martes, 29 de diciembre de 2009

"Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera", sencillez poética.

Bellísima metáfora estacional.

Ya comenté hace un tiempo en mi reseña de "Haendeupon" lo que me gusta el cine surcoreano. Recientemente con "El Bueno, el Malo y el Raro" he vuelto a reivindiciar esta denominación de origen. En el párrafo introductorio de la primera di una pequeña lista con algunas de las películas de Corea del Sur que me enamoraron y "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" era una de ellas, una película especial, una película que me abrió la mente a nuevos terrenos cinematográficos. Esta cinta es el paradigma de la clara y enorme diferencia entre el cine occidental y el oriental, de lo opuesta que es la filosofía cinematográfica en cuanto a forma y en cuanto a contenido de ambos puntos cardinales. El cine occidental raramente se permite el lujo de realizar películas que se basen solamente en la espiritualidad, argumentalmente y también formalmente, es decir, que den prioridad a elementos naturales que "fluyen" sin más en pantalla sin buscar estrambóticos argumentos ni complicadas situaciones. Es una cuestión cultural, tan diferentes somos los occidentales de los orientales que el tipo de cine —elemento que refleja la sociedad y cultura al máximo exponente— tiene que ser forzosamente diferente; nos reímos con cosas diferentes, nos asustamos de conceptos opuestos, nos fascinamos con elementos dispares... Es por eso que sería prácticamente imposible toparnos con una película como "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" realizada en Hollywood o España (y que tuviera éxito) porque en occidente un film de esta clase no tiene ni una centésima parte de la tirada que puede tener un blockbuster norteamericano como "Transformers: La Venganza de los Caídos" u otras películas llenas de artificios y espectacularidades varias.

Ojo, que no estoy diciendo que las películas vacías, palomiteras y fáciles sean una mierda, no soy tan gafapasta ni de lejos, el que aquí suscribe es un amante de los blockbusters y del cine comercial como habréis comprobado si os habéis pasado antes por Videa Bien... pero de vez en cuando no está de más probar algo diferente y disfrutar saboreando platos algo más exóticos, y sobre todo apreciar el cine que está realizado con algo de intención más allá de hacer taquilla y punto. Kim Ki-duk es un realizador representativo de esta clase de cine, un prolífico artesano que realiza del orden de una o dos películas anuales desde finales de los 90' y cuyas actuales 15 películas no solo ha dirigido sino que también ha guionizado (todas ellas), además de montar varias, producir otras tantas e incluso interpretar, hacer las veces de director artístico y de producción, decorador, etc. El polifacético surcoreano ha sido el autor íntegro de —más o menos— conocidas películas como "La Isla", "Samaritan Girl", "El Arco" o "Hierro 3" entre otras y sorprendentemente varias de sus películas han visto su estreno en nuestro país, aunque no en todos los cines, claro, pero el simple hecho de que su cine tenga tirada en España es un mérito a reconocer visto el reducido éxito del cine oriental en nuestro país. Reconozco haber visto solamente esta "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" del director, pero solo con este film puede notificarse la gran visión que tiene Kim Ki-duk, el sentido del tempo con el que dota a la narración, lentísimo, casi casi saturante pero sorprendentemente liviano y lógicamente apropiado, también la preciosa fotografía, quizá la mayor baza del film, el inteligente uso de la música, etc. Desde luego no es un director que deba pasar desapercibido.

La historia de "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" es muy simple, todo transcurre en un único escenario, un pequeño y modesto templo flotante en medio de un lago acomodado en la frondosidad de un valle. Allí, que solo se puede llegar mediante una barca, vive un monje con su discípulo, llevan una vida humilde y espiritual, rezándole diariamente a Buda, saliendo del templo solo para buscar víveres y plantas y para conocer la naturaleza. La película muestra, a partir de la metáfora de las estaciones del año, cómo evoluciona la relación entre el maestro y el discípulo, como éste crece y descubre el amor, el odio, el rencor, el placer, la frustración, la redención, la paz... Mediante el discípulo conocemos las distintas fases de la vida de un hombre, la pérdida de la inocencia, la cruel llegada de a madurez, el dolor de las pérdidas y la obsesión, la aparición del deseo, etc. y de paso asistimos a una exploración del alma del ser humano, de su vínculo con la naturaleza, de su espiritualidad.

Mediante puertas que se atraviesan sin la necesidad de pasar por ellas el realizador nos llama la atención: "debéis pasar por aquí"; nos avisa que hay etapas en la vida que son ineludibles, no podemos rodearlas ni evitarlas, y lo más importante, debemos afrontarlas para crecer y para cerrar el ciclo de la vida. Porque la película muestra ante todo un ciclo que desde el mismo título ya se puede prever, una especie de etapas donde la primavera representa un comienzo, un aprendizaje en el que el maestro debe encauzar al discípulo, así como un padre educa a un hijo. El verano es tiempo de conocer el amor, de despertar física y mentalmente, de madurar y dejar atrás la confortabilidad de la infancia, un surgir de los sentimientos. En el otoño es la representación literal de la caducidad de la ingenuidad, del conocimiento real obtenido a través de la experiencia, la única y verdaderamente fiable manera de entender el mundo, de la caída para luego volver a levantarse, buscar redención, purgar el alma para tener la capacidad de encajar de nuevo las piezas del puzle de la vida y entender por fin con claridad cómo funciona este mundo. En invierno llega el tiempo de tomar el relevo, de aplicar los conocimientos adquiridos, de finalmente utilizar sabiamente lo aprendido a base de golpes, encontrarse a uno mismo por fin. Y de nuevo el ciclo se repite, vuelve la primavera y el discípulo se convierte en maestro, se cierra el círculo como en la vida real. Esta preciosa alegoría muestra no solo la historia del maestro y el discípulo en concreto que protagonizan el film, sino que se puede extrapolar a cualquier aspecto de la vida y hasta a la vida en sí misma.

El aspecto verdaderamente espectacular de "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" es el apartado técnico. La extraordinaria fotografía en concreto es uno de los valores más exquisitos y representativos de la película, obra de Baek Dong-hyeon cuya experiencia se reducía a un par de cintas, siendo una de estas "Hae Anseon" del mismo Kim Ki-duk, y que hace una demostración de talento con unas preciosas postales a modo de planos sostenidos valientemente por el director en un escenario natural construido sobre un lago surcoreano de dos siglos de antigüedad, un lugar casi místico por naturaleza, encerrado por las montañas y los árboles y sometido a las inclemencias del tiempo. Baek Dong-hyeon aprovecha el precioso espacio natural para recrearse en los perfiles del templo flotante, una construcción perenne que se mantiene firme pese a la severidad de los elementos, sobre todo el agua, factor sumamente importante en la cinta. La fotografía es tan bella en "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" que deseamos que la cámara se congele en cada plano, poder disfrutar de un paisaje tan tranquilizador, tan reconfortante y no solo en los exteriores del lago se luce el realizador y el director de fotografía, en las pocas escenas interiores y boscosas sabe aprovechar la luz natural y descubrir la belleza de la madre tierra.

El director, que no olvida la crudeza pese a lo exquisito del acabado (hay alguna escena realmente poco convencional), logra que una película de oportunísimos 100 minutos con un ritmo muy lento no se haga pesada, con el solo fluir de los hechos mantiene pegado al espectador que está deseando ver como continúa la historia pero que no quiere verse desprovisto de las poderosas y bellas imágenes que nos ofrece, y eso es lo que hace a la película especial, el elemento clave, la esencia del film, una película poco ordinaria que engancha y enamora y que abre la mente a nuevos horizontes cinematográficos, una cinta con la que te sorprendes disfrutando embelesado cuando quizás en un principio no hubieras pensado nunca que una película así pudiera gustarte. Recuerdo cuando vi por primera vez esta película, haría cosa de 4 o 5 años en un curso/ciclo de cine que servía para ganarse unos créditos en la universidad, allí me pusieron esta cinta para ejemplificar la clase de cine que se hacía en oriente y recuerdo aún lo mucho que me sorprendió descubrirme seducido por la belleza formal de la propuesta de Kim Ki-duk, y eso que en un principio no habría apostado un céntimo por ella. Pero ahí reside la grandeza de "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera", su extrema sencillez, su humildad y a la vez trascendencia la hacen una película única y enormemente disfrutable, de una forma distinta a un "Terminator Salvation" o un "Harry Potter y el Misterio del Príncipe" pero igualmente un deleite para los sentidos.

Sorprende también el uso de la música en la película, escogida cuidadosamente y utilizada aún más cautelosamente. La ausencia total de música en la mayoría del metraje otorga poderío a las imágenes y pone de manifiesto lo poco artificiosa que es la película, y cuando ésta aparece se hace notar mucho más que en cualquier otra producción; a veces la BSO no aparece y otras parece protagonizar la escena. Esa falta de música en los momentos más ordinarios los hace más cotidianos, más cercanos, y en los momentos en que Park Ji-woong —en su primera BSO— pone la nota de sonido es cuando nos damos cuenta de la trascendencia de lo que vemos; a veces siquiera es una canción o una melodía lo que oímos, a veces se limita a una simple nota sostenida, otras a una pequeña melodía de piano, todo muy minimalista, y cuanto más trascendente es la escena a la que asistimos más contundente es la BSO, de un corte muchas veces meramente presencial. Merece especial mención la canción que acompaña a la procesión final del monje, una canción tradicional llamada "Jeongseon Arirang", muy adecuada para esa escena en concreto y un perfecto complemento para las bellas imágenes que la acompañan. Una bonita forma de acabar el film antes de poder ver las últimas imágenes que cierran la cinta perspicazmente.

El reparto de la película es muy escaso, todo se reduce a once actores, ni uno más ni uno menos, así como el equipo técnico está repleto de profesionales cuyos trabajos habían sido de reducido impacto o directamente noveles. Kim Ki-duk se permite el lujo no solo de ser el montador de la cinta sino también de protagonizar el último segmento, siendo quien interpreta al monje adulto en su vuelta al templo. Ese reducido plantel de personajes sin nombre (solo los detectives se presentan) realiza un estupendo y discreto trabajo, destacando sobre todo al monje adolescente del segmento de verano, Kim Young-min y a la chica Ha Yeo-jin, intérpretes con corta o directamente nula experiencia; de hecho la gran mayoría de actores y actrices de la cinta solo han aparecido en esta película o en unas pocas más como mucho, incluso Oh Young-su, el actor que da vida al monje anciano. Este tono casi "amateur" en el equipo técnico y artístico hacen que "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" sea casi una película "casera", pero tras esa humildad hay oculto un talento desbordante por parte de todos los integrantes de la cinta.

Esta es una película que merece la pena ver, una de aquellas joyitas que descubre uno casualmente y se da cuenta lo amplio que es el espectro no solo de géneros cinematográficos sino de filosofía de cine, de forma de hacer películas. "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera" intenta retratar la alegría, la rabia, la pena y el placer de nuestras vidas a través de las cuatro estaciones y a través de la vida del monje que vive en un templo rodeado de naturaleza, según las palabras de Kim Ki-duk, un realizador que poetiza el cine con un talento y una maña desbordantes y que en esta película aplica todo su arte formal y de contenido. Una cinta de ritmo extremadamente sosegado, de imágenes poderosas y hermosas y de una belleza intrínseca fortísima; su encanto reside en su sencillez, y su secreto es enamorar a primera vista, porque si algo consigue el director con esta cinta eso es precisamente conquistar al espectador. A mí aún me fascina.

Mi puntuación: 8/10.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno tu blog, no dejes de visit... muahahahaha

Cinemagnificus dijo...

No hay que ser un gafapasta para darse cuenta de lo maravillosa que es esta película. La adoro XD

Santi dijo...

Maldito Anónimo CineActualero :D .

Cierto Cinemagnificus, es una película que debería ser debidamente apreciada por todos. Alejada del frenesí del cine occidental es un claro ejemplo de que el cine es tan diferente en el mundo como otros asuntos culturales. E igualmente disfrutable por ello. ¡Yo también la adoro!

Un saludo, y gracias por el comment.

Anónimo dijo...

Es una pelicula bonita, como has comentado una joya, pero creo que queda demasiado lejos de la que para mi es su mejor película, Hierro 3.

Aún así me alegro que haya personas como Ki-duk que nos hagan ver la vida y todo aquello que la rodea de una forma diferente, películas para saborearlas.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Hace tiempo que tengo ganas de verla. Hace unos años descubrí a Kim Ki Duk en un festival de cine en Santiago de Compostela con su impactante obra La isla. Tiene algunas escenas muy fuertes, mientras que en otros momentos es muy pausada y transmite a través de miradas. Después vi Samaritan Girl, que está bien pero es peor que la anterior y Hierro 3, que me parece su mejor película. La última que vi, el arco, me decepcionó un poco. Repite algunos de sus elementos más habituales, como el personaje mudo o la vida en un lugar flotante, pero cuadran peor aquí.

Santi dijo...

Pues no he visto la de "Hierro 3", Pankéyev, de hecho de Kim Ki-duk solamente he visto "Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera". Desde luego lo bueno que tiene esta película es que, efectivamente, te abre la mente, te ayuda a pensar, a expandir tus pensamientos, te deja poso, y eso es de un mérito enorme en el cine contemporáneo. De todos modos si dices que "Hierro 3" es superior habrá que verla urgentemente.

Un saludo, y gracias por comentar ;) .

No te la pierdas miscriticasdepeliculas, como digo no he visto más películas de Kim Ki-duk además de la que comento pero seguro que te encanta visto lo visto. Ya mismo me estoy subiendo al carro del cineasta, que por lo visto sabe encandilar al personal con un cine muy personal. Ese sello distintivo es algo que muchos directores buscan durante toda su carrera, y no todos tienen éxito en dicha empresa.

Gracias por el comentario, un fuerte abrazo.

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