Curioso y macabro romance vampírico que destila clase por los cuatro costados. Una delicia.
Park Chan-wook es quizá, junto a Bong Joon-ho ("Crónica de un Asesino en Serie", "The Host", "Mother"), mi director surcoreano favorito. El creador de obras magnas como "Sympathy for Mr. Vengeance", "Old Boy", "Sympathy for Lady Vengeance" y "Soy un Cyborg", entre otras, se ha labrado una favorable reputación gracias a la calidad suprema que consigue imprimir a sus películas, cuidadas no solo en sus argumentos y guiones sino también exquisitas a nivel formal, procurando innovar siempre en los recursos cinematográficos y confiriéndole a su filmografía un tono fresco y moderno que se materializa en un salto cualitativo en cuanto a estética en todas y cada una de sus cintas. Park Chan-wook es, además de director, guionista de todas sus películas y es uno de aquellos realizadores que no escatima a la hora de introducir escenas duras e impactantes, casi siempre aderezadas de una preciosa consonancia visual y sonora que contrapone sentimientos antónimos, como la repugnancia y la fascinación, simultáneamente. El cineasta domina el medio y se mueve con soltura en él, dando siempre un paso adelante en cada ocasión e intentando buscar la fórmula perfecta para mostrar lo que desea de la forma que pueda resultar más armónica, teniendo además el detalle de ser poco convencional en ocasiones, cuidando siempre todos los detalles del formato. Por primera vez en su filmografía, sin contar con el segmento "Cut" de "Three... Extremes" (compilación de cortos realizada junto a Takashi Miike y Fruit Chan), Park Chan-wook se atreve con una película de género con "Thirst" ("Bakjwi"), una peculiar historia de vampiros, amor y religión.
"Thirst" nos muestra la historia del Padre Sang-hyeon, un sacerdote algo desalentado con el devenir de la iglesia y que busca darle sentido a su existencia colaborando con el tratamiento de enfermedades infecciosas en África. Una vez allí contrae un virus mortal del que se recupera milagrosamente, convirtiéndose en una especie Santo al que la gente sigue enfervorecida. Pero pronto el Padre Sang-hyeon comienza a notar cambios en su cuerpo y personalidad, así como a encontrarle sentido a su prodigiosa y repentina cura... La verdad es que, lejos de lo que pueda parecer, la historia de "Thirst" podría ser más bien una historia de amor algo curiosa, y sobre todo alejada años luz de cintas que mezclan amoríos de vampiros y humanos como "Crepúsculo" y similares; la película de Park Chan-wook es una historia acerca de la moralidad, de la pasión, de las creencias, y como es habitual en la filmografía del cineasta, del dolor en todos sus ámbitos.
El aspecto más interesante de la historia que tiene lugar en "Thirst" es quizá la que corresponde a la relación entre Sang-hyeon y Tae-ju, un idilio algo extraño que no se sabe a ciencia cierta de qué clase es, basado en una atracción fatal mutua y una dosis de manipulación. Como comento no tiene nada que ver con las ñoñerías de "Crepúsculo" aunque tampoco es una relación tierna y pura como la que mantienen los dos niños de "Déjame Entrar"; fundamentalmente se basa en el sexo y en lo prohibido (como se puede comprobar en el cartel no censurado), y precisamente uno de los puntos donde quizá más destaque la película es a la hora de rodar escenas de sexo de forma descarnada y sin tapujos, unas escenas sumamente bien rodadas y con un estilo poco habitual, sosteniendo los planos y enseñando más de lo que una película oriental suele enseñar. En este aspecto el trabajo de los dos actores protagonistas es inmenso. El actor principal es un habitual en la filmografía de Park Chan-wook así como en la de Bong Joon-ho, Song Kang-ho, cuya admiración ya mencioné cuando hablé de él en "El Bueno, el Malo y el Raro", en la cual se come la pantalla en cada aparición en la piel del Raro, como también hace en "The Host", "Crónica de un Asesino en Serie", "JSA: Joint Security Area", "Sympathy for Mr. Vengeance", etc. Esta vez interpreta a un cura serio, algo cansado y decepcionado con el mundo en el que vive y que busca nuevas alternativas para darle significado a su vida; encuentra la solución en sus nuevas habilidades pero no deja de sentir una responsabilidad moral a pesar de su desencanto con la religión y los cambios de filosofía que va sufriendo durante la cinta. Como ya es costumbre Song Kang-ho se luce y demuestra que no solo se le dan de perlas los papeles cómicos sino que sabe ponerse serio y convencer, poniendo de manifiesto que es un actor que con tan solo una veintena de películas a sus espaldas ya es uno de los nombres más destacados del panorama interpretativo coreano. La actriz que interpreta a Tae-ju, Kim Ok-bin, también realiza una gran intervención, cubriendo un amplio abanico de sensaciones y diferentes estados de ánimo que consigue representar con talento. La actriz de belleza especial y sonrisa singular quizá esté algo histriónica en algunos momentos de la cinta pero no es más que una confirmación de las alteraciones mentales de un personaje que parece manipular al vampiro más que a la inversa. Ambos intérpretes cargan la película sobre sus hombros con una gran solvencia y profesionalidad. De hecho todo el reparto cumple con creces.
El tono violento no es del todo explícito pero la cinta no escatima en absoluto a la hora de mostrar escenas bastante repugnantes que tienen que ver con el elemento clave de la cinta: la sangre, aunque precisamente esa es su intención, provocar repulsión; las escenas sangrientas y violentas están rodadas sin tapujos y con una factura técnica exquisita. De hecho toda la película en sí está rodada de forma excelsa, utilizando recursos curiosos, planos rebuscados y unos travelling dignos de un mago del cine como Park Chan-wook. Hay algunas escenas para el recuerdo, como la de la Sra. Ra "hablando" mediante los ojos, las demostraciones de poder de Sang-hyeon o el maravilloso final que le deja a uno un buenísimo sabor de boca. También se debe destacar de la película el uso de los efectos especiales, excepcionalmente bien realizados. "Thirst" es una de aquellas cintas cuyos efectos visuales destacan de forma discreta ya que son casi imperceptibles por su calidad y clase a la hora de ser utilizados, reivindicando que no todos los buenos efectos visuales tienen que estar realizados por ordenador o llenando cada minuto de metraje, como por ejemplo se puede comprobar en exquisitas películas como "Moon" o "Déjame Entrar" en contraposición de espectáculos vacíos llenos de CGI como las recientes "2012" y "Transformers: La Venganza de los Caídos". En "Thirst" los efectos se usan inteligentemente y de forma moderada, pero estando muy presentes y muy bien hechos, cumpliendo su cometido en todo momento y utilizando efectos tradicionales cuando es menester.
La extraordinaria BSO del casi-novel Cho Young-ook (solo ha realizado una BSO además de esta) es un punto fuerte de "Thirst", una composición que gira en torno a un par de temas principales que se van repitiendo en distintas versiones, siempre apoyadas de una percusión y violines muy bien utilizados, y que dan una gran paz, belleza y armonía al conjunto. El guión del mismo Park Chan-wook recrea una historia sencilla, de sexo y violencia, de fuertes dilemas morales, y aunque está muy bien construido en ocasiones resulta algo críptica, o más que eso es que tiene un tramo central algo extraño, donde la relación entre los dos protagonistas no se entiende demasiado bien. El vampiro creado en esta película no se rige estrictamente por las normas más tradicionales, como la de "Déjame Entrar"; en este caso el vampiro tiene gran fuerza, velocidad y agilidad, los sentidos híper perceptivos y su mayor enemigo es la luz solar, pero se refleja en los espejos y no necesita permiso para entrar en las casas ajenas. Su único alimento es la sangre, el no beberla puede llevarle a la muerte, y a diferencia de lo habitual no convierte a sus víctimas al chuparles la sangre sino al revés, cuando beben su sangre vampírica.
"Thirst" es otra joya más que sumar a la filmografía de Park Chan-wook, una cinta de una estética sublime, una dirección fresca y agradable y una calidad técnica superior. Además sus protagonistas llevan a cabo unas interpretaciones excelentes y la extraordinaria música ayuda a disfrutar de esta película de poco menos de dos horas y cuarto que se pasan volando y en las cuales se dosifican sabiamente la acción, el drama, el romance, la comedia (aunque hay poca tiene un ligero tono de humor negro en algunos tramos) y el terror, porque no hay que olvidar que esta película es, a priori, una cinta de terror. "Thirst" sabe combinar repugnancia, sexualidad y ética, haciendo gala de la inteligencia en la mezcla de géneros del cine asiático, y el resultado es una película llena de clase, elegancia y estilo, una cinta ausente de convencionalismos y desgarradora en muchos aspectos, una confirmación del talento del realizador con más proyección de todo Corea del Sur, Park Chan-wook.
Mi puntuación: 8/10.