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martes, 16 de febrero de 2010

"Thirst", sangre de Cristo, Amén.

Curioso y macabro romance vampírico que destila clase por los cuatro costados. Una delicia.

Park Chan-wook es quizá, junto a Bong Joon-ho ("Crónica de un Asesino en Serie", "The Host", "Mother"), mi director surcoreano favorito. El creador de obras magnas como "Sympathy for Mr. Vengeance", "Old Boy", "Sympathy for Lady Vengeance" y "Soy un Cyborg", entre otras, se ha labrado una favorable reputación gracias a la calidad suprema que consigue imprimir a sus películas, cuidadas no solo en sus argumentos y guiones sino también exquisitas a nivel formal, procurando innovar siempre en los recursos cinematográficos y confiriéndole a su filmografía un tono fresco y moderno que se materializa en un salto cualitativo en cuanto a estética en todas y cada una de sus cintas. Park Chan-wook es, además de director, guionista de todas sus películas y es uno de aquellos realizadores que no escatima a la hora de introducir escenas duras e impactantes, casi siempre aderezadas de una preciosa consonancia visual y sonora que contrapone sentimientos antónimos, como la repugnancia y la fascinación, simultáneamente. El cineasta domina el medio y se mueve con soltura en él, dando siempre un paso adelante en cada ocasión e intentando buscar la fórmula perfecta para mostrar lo que desea de la forma que pueda resultar más armónica, teniendo además el detalle de ser poco convencional en ocasiones, cuidando siempre todos los detalles del formato. Por primera vez en su filmografía, sin contar con el segmento "Cut" de "Three... Extremes" (compilación de cortos realizada junto a Takashi Miike y Fruit Chan), Park Chan-wook se atreve con una película de género con "Thirst" ("Bakjwi"), una peculiar historia de vampiros, amor y religión.

"Thirst" nos muestra la historia del Padre Sang-hyeon, un sacerdote algo desalentado con el devenir de la iglesia y que busca darle sentido a su existencia colaborando con el tratamiento de enfermedades infecciosas en África. Una vez allí contrae un virus mortal del que se recupera milagrosamente, convirtiéndose en una especie Santo al que la gente sigue enfervorecida. Pero pronto el Padre Sang-hyeon comienza a notar cambios en su cuerpo y personalidad, así como a encontrarle sentido a su prodigiosa y repentina cura... La verdad es que, lejos de lo que pueda parecer, la historia de "Thirst" podría ser más bien una historia de amor algo curiosa, y sobre todo alejada años luz de cintas que mezclan amoríos de vampiros y humanos como "Crepúsculo" y similares; la película de Park Chan-wook es una historia acerca de la moralidad, de la pasión, de las creencias, y como es habitual en la filmografía del cineasta, del dolor en todos sus ámbitos.

El aspecto más interesante de la historia que tiene lugar en "Thirst" es quizá la que corresponde a la relación entre Sang-hyeon y Tae-ju, un idilio algo extraño que no se sabe a ciencia cierta de qué clase es, basado en una atracción fatal mutua y una dosis de manipulación. Como comento no tiene nada que ver con las ñoñerías de "Crepúsculo" aunque tampoco es una relación tierna y pura como la que mantienen los dos niños de "Déjame Entrar"; fundamentalmente se basa en el sexo y en lo prohibido (como se puede comprobar en el cartel no censurado), y precisamente uno de los puntos donde quizá más destaque la película es a la hora de rodar escenas de sexo de forma descarnada y sin tapujos, unas escenas sumamente bien rodadas y con un estilo poco habitual, sosteniendo los planos y enseñando más de lo que una película oriental suele enseñar. En este aspecto el trabajo de los dos actores protagonistas es inmenso. El actor principal es un habitual en la filmografía de Park Chan-wook así como en la de Bong Joon-ho, Song Kang-ho, cuya admiración ya mencioné cuando hablé de él en "El Bueno, el Malo y el Raro", en la cual se come la pantalla en cada aparición en la piel del Raro, como también hace en "The Host", "Crónica de un Asesino en Serie", "JSA: Joint Security Area", "Sympathy for Mr. Vengeance", etc. Esta vez interpreta a un cura serio, algo cansado y decepcionado con el mundo en el que vive y que busca nuevas alternativas para darle significado a su vida; encuentra la solución en sus nuevas habilidades pero no deja de sentir una responsabilidad moral a pesar de su desencanto con la religión y los cambios de filosofía que va sufriendo durante la cinta. Como ya es costumbre Song Kang-ho se luce y demuestra que no solo se le dan de perlas los papeles cómicos sino que sabe ponerse serio y convencer, poniendo de manifiesto que es un actor que con tan solo una veintena de películas a sus espaldas ya es uno de los nombres más destacados del panorama interpretativo coreano. La actriz que interpreta a Tae-ju, Kim Ok-bin, también realiza una gran intervención, cubriendo un amplio abanico de sensaciones y diferentes estados de ánimo que consigue representar con talento. La actriz de belleza especial y sonrisa singular quizá esté algo histriónica en algunos momentos de la cinta pero no es más que una confirmación de las alteraciones mentales de un personaje que parece manipular al vampiro más que a la inversa. Ambos intérpretes cargan la película sobre sus hombros con una gran solvencia y profesionalidad. De hecho todo el reparto cumple con creces.

El tono violento no es del todo explícito pero la cinta no escatima en absoluto a la hora de mostrar escenas bastante repugnantes que tienen que ver con el elemento clave de la cinta: la sangre, aunque precisamente esa es su intención, provocar repulsión; las escenas sangrientas y violentas están rodadas sin tapujos y con una factura técnica exquisita. De hecho toda la película en sí está rodada de forma excelsa, utilizando recursos curiosos, planos rebuscados y unos travelling dignos de un mago del cine como Park Chan-wook. Hay algunas escenas para el recuerdo, como la de la Sra. Ra "hablando" mediante los ojos, las demostraciones de poder de Sang-hyeon o el maravilloso final que le deja a uno un buenísimo sabor de boca. También se debe destacar de la película el uso de los efectos especiales, excepcionalmente bien realizados. "Thirst" es una de aquellas cintas cuyos efectos visuales destacan de forma discreta ya que son casi imperceptibles por su calidad y clase a la hora de ser utilizados, reivindicando que no todos los buenos efectos visuales tienen que estar realizados por ordenador o llenando cada minuto de metraje, como por ejemplo se puede comprobar en exquisitas películas como "Moon" o "Déjame Entrar" en contraposición de espectáculos vacíos llenos de CGI como las recientes "2012" y "Transformers: La Venganza de los Caídos". En "Thirst" los efectos se usan inteligentemente y de forma moderada, pero estando muy presentes y muy bien hechos, cumpliendo su cometido en todo momento y utilizando efectos tradicionales cuando es menester.

La extraordinaria BSO del casi-novel Cho Young-ook (solo ha realizado una BSO además de esta) es un punto fuerte de "Thirst", una composición que gira en torno a un par de temas principales que se van repitiendo en distintas versiones, siempre apoyadas de una percusión y violines muy bien utilizados, y que dan una gran paz, belleza y armonía al conjunto. El guión del mismo Park Chan-wook recrea una historia sencilla, de sexo y violencia, de fuertes dilemas morales, y aunque está muy bien construido en ocasiones resulta algo críptica, o más que eso es que tiene un tramo central algo extraño, donde la relación entre los dos protagonistas no se entiende demasiado bien. El vampiro creado en esta película no se rige estrictamente por las normas más tradicionales, como la de "Déjame Entrar"; en este caso el vampiro tiene gran fuerza, velocidad y agilidad, los sentidos híper perceptivos y su mayor enemigo es la luz solar, pero se refleja en los espejos y no necesita permiso para entrar en las casas ajenas. Su único alimento es la sangre, el no beberla puede llevarle a la muerte, y a diferencia de lo habitual no convierte a sus víctimas al chuparles la sangre sino al revés, cuando beben su sangre vampírica.

"Thirst" es otra joya más que sumar a la filmografía de Park Chan-wook, una cinta de una estética sublime, una dirección fresca y agradable y una calidad técnica superior. Además sus protagonistas llevan a cabo unas interpretaciones excelentes y la extraordinaria música ayuda a disfrutar de esta película de poco menos de dos horas y cuarto que se pasan volando y en las cuales se dosifican sabiamente la acción, el drama, el romance, la comedia (aunque hay poca tiene un ligero tono de humor negro en algunos tramos) y el terror, porque no hay que olvidar que esta película es, a priori, una cinta de terror. "Thirst" sabe combinar repugnancia, sexualidad y ética, haciendo gala de la inteligencia en la mezcla de géneros del cine asiático, y el resultado es una película llena de clase, elegancia y estilo, una cinta ausente de convencionalismos y desgarradora en muchos aspectos, una confirmación del talento del realizador con más proyección de todo Corea del Sur, Park Chan-wook.

Mi puntuación: 8/10.

jueves, 15 de octubre de 2009

"Truco o Trato", respeta las tradiciones...

¡Sorpresa! Sencillez y humildad para la propuesta más honesta y simpática de terror de los últimos Halloween.

Halloween es temporada perfecta para los relatos de terror; en esos días Mike Myers sale a pasear por las calles de Haddonfield, Freddy afila sus cuchillas, Jason se calza su máscara, Jigsaw prepara sus trampas y todo el elenco de psicópatas y asesinos del panorama cinematográfico prepara el terreno para una próxima masacre. Al margen de creer o no en esta festividad adoptada por los norteamericanos, la época correspondiente a finales de octubre se convierte en un escaparate de películas y otros avatares de terror a nivel mundial que para el buen aficionado al género resulta una bendición. Durante la historia ha habido sagas que cada año han estrenado una nueva entrega en estas fechas como "Halloween", por supuesto (cuya fallida idea original, por cierto, era estrenar anualmente historias de terror independientes, de ahí la horrenda e incongruente tercera película, el primer y único intento), o recientemente "Saw", y las cintas de terror en general tiene su auge en épocas cercanas a la Noche de Brujas.

Hay que saber separar el grano de la paja, y muchas propuestas que normalmente no tendrían éxito aprovechan este tiempo para ver la luz sirviéndose de las ansias de cine de terror que tiene el público; es por eso que cuando aparece un proyecto presumiblemente humilde, sin pretensiones de ser realmente algo épico ni comenzar una nueva saga (parece haber una fiebre con querer crear iconos a la altura de Myers, Jason y Freddy y pasar a la historia por ello, todos quieren ser el próximo Carpenter, Cunningham o Craven) se agradece tanto, porque de repente hay películas que se centran en lo importante y realmente básico de las películas de terror: la diversión, el pasarlo mal y el sentido del humor. "Truco o Trato" ("Trick 'r Treat") es el máximo exponente del cine de terror de tono clásico y con las intenciones mencionadas, e incomprensiblemente una película que llevaba dos años en la estacada sin ver fecha de estreno hasta que en este año ha sido finalmente lanzada en DVD. La película no tiene ningún elemento que la haga no-estrenable, de hecho creo que es bastante comercial, pero extrañamente la cinta del novel Michael Dougherty (que hasta ahora solo había sido uno de los guionistas de "Superman Returns" y "X-Men 2", ambas de Bryan Singer, y "Leyenda Urbana 3") ha estado en un injusto ostracismo durante dos años, y eso que los estudios responsables del film son de la talla de Warner Bros. y Legendary Pictures; algo incomprensible.

"Truco o Trato" propone homenajear, o más bien parodiar y auto parodiar (lo cual no es lo mismo y es más complicado aún) los tópicos más usados del cine de terror sin que éstos se hagan tan patentes. Es decir, la película está llena de tópicos pero su mala leche y su transparencia y honestidad hacen que todos esos tópicos nos entren de una forma mucho más agradable, como quien está viendo una sesión de clásicos del género. La película va de frente, no intenta engañar y se mueve dentro de un universo creado por ella misma donde toca todos los palos, entra al trapo en subgéneros del cine de terror como el slasher, el sobrenatural, las monster movies, etc. sin perder la vergüenza ni el tono nostálgico y mostrando gran respeto por el género. La película pivota sobre cuatro historias presumiblemente independientes cuyo único nexo es en principio el barrio donde transcurren y un extraño personaje que es omnipresente a todas ellas, Sam. Recuperando el espíritu de "Creepshow" (homenajeados claramente en los geniales títulos de crédito) y "En los Límites de la Realidad" las cuatro historias (o cuatro y media) hacen hincapié en las distintas formas de concebir la fiesta de Halloween prestando atención a leyendas urbanas, tradiciones ancestrales, reglas y toda clase de elementos que rodean la celebración moderna de la antigua fiesta de Samhain, hilvanando con una inteligencia y destreza únicas cada una de ellas con constantes referencias que al principio carecen de significado pero que conforme avanzan los escasos y precisos 80 minutos de película van tomando importancia y sentido. Y este es un mérito tremendo de Dougherty, que también ha escrito el guión de su película, ya que los pequeños detalles de los que está llena la película hacen compleja la historia y consiguen una serie de conexiones entre los relatos que al final de la sesión solo te dan ganas de aplaudir a rabiar. Además no solo eso, sino que se reserva varias sorpresas y giros en cada historia que sinceramente me han cogido completamente desprevenido y por lo tanto me han encantado, logrando además un agradable efecto sorpresa que engrandece la sencillez del guión.

Toda la película en sí es una sorpresa, y sus tradicionales métodos no hacen más que alzarla como una de las películas más destacables, entrañables y simpáticas del año en el género. Sus efectos visuales y maquillaje artesano (la historia de las "Princesas Disney" es extraordinaria en ese aspecto), su reducido presupuesto al que sacan el mayor de los rendimientos, su espectacular reparto interpretativo con algunas caras conocidas como un espectacular Dylan Baker (quizá el mejor de la cinta), Brian Cox (también tremendo), una Anna Paquin en estado de gracia, Tahmoh Penikett, Leslie Bibb, etc. un reparto bastante homogéneo, con ninguna superestrella que destaque más que otra (quizá Baker y Cox tienen la oportunidad de lucirse más) pero con una gran labor conjunta logrando un casting amplio, solvente y valiente, ya que no son pocos los niños que aparecen en la película, todos haciendo un trabajo extraordinario (parece algo tonto pero la dirección de niños seguro que es tarea compleja). En este apartado merece especial atención Quinn Lord, un niño de 10 años que interpreta el papel clave de la cinta, Sam, esa especie de Jack O'Lantern Jr. que sin duda es candidato a convertirse en un icono del género con una sola aparición. Un personaje tremendo que sirve casi de MacGuffin en una película que crece a cada minuto que avanza siendo además muy regular y teniendo la capacidad de repartir el interés en las historias intercaladas de forma que en su escaso metraje el ritmo no decae ni un segundo, enlazando además todas las historias con una fluidez tremenda.

Más películas de esta clase hacen falta, sin pretensiones, con el simple objetivo de distraer y hacer pasar un mal rato, ofrece todo lo que demanda una noche de Halloween; "Truco o Trato" es una película que tiene carisma, MUCHA mala leche (en ese aspecto es una maravilla), humor y es una gamberrada de cabo a rabo. Últimamente se está hablando mucho del filme y bastante bien en general, y con razón, y es que este proyecto llevaba mucho tiempo en el punto de mira de los aficionados a pesar de que presumiblemente no parecía ofrecer nada nuevo. De hecho, nuevo no ofrece nada, pero la capacidad de homenajear a las cintas de terror más míticas (esa mano a lo "Evil Dead 2: Terroríficamente Muertos") la hace cómplice del espectador, además de lo que he comentado de no cortarse a la hora de parodiar los recursos más típicos del cine de terror, los ajados sustos y las apariciones de la nada, y hacerlo de una forma muy honesta, no tomándose del todo en serio, sacando una sincera conclusión: aunque veamos lo mismo una y otra vez nos seguirá gustando, y ese es el secreto del cine de terror. Esta compilación de cortos, por llamarla de alguna manera, supone un ejercicio de autocrítica además de una forma de rendir tributo a los clásicos patrones del género del horror. Esta antología tiene un tono clásico, encantadoramente añejo y que recuerda a algunas de las viejas glorias, pero sin perder ese toque moderno que la hace más asequible para un público poco curtido en el género, lo cual vuelve a remitirme a mi incomprensión a la hora de intentar entender por qué no se habrá estrenado en cines... ¿problemas entre las productoras?

La palabra que me viene a la mente tras ver "Truco o Trato" es «Chapeau», sinceramente. Quién iba a decir que una película tan sencilla, poco pretenciosa y humilde como esta iba a acabar siendo un producto tan gratificante; no es que sea un soplo de aire fresco para el género pero sí que conjuga todo lo bueno de éste, y además consigue formarse toda una iconografía muy acertada. Debe verse y disfrutarse como una gran gamberrada, porque es una película dedicada a todos los amantes al género. No es una obra que se tome especialmente en serio, quizá no se convierta en una obra de culto, pero merecería ser tan recordada como las comentadas "Creepshow" o "En los Límites de la Realidad", aunque solo se parezca a estas por el hecho de aunar varios "cortos" en un solo largometraje. Le auguro un buen futuro a Michael Dougherty si sigue esta línea de honestidad y saber hacer, tanto en el corte de la película como en la calidad de la dirección, utilizando un montaje realmente extraordinario con una serie de recursos sobresalientes y consiguiendo mantener la tensión en todo momento. Una película simpática, necesaria, agradable y de tono clásico que hará las delicias del aficionado al género.

«Deberías tener más cuidado. Hay reglas. Podrías molestar a alguien.»

Mi puntuación: 8/10.

domingo, 10 de mayo de 2009

"Déjame Entrar", yo conocí a una vampiresa.

Así se hace una película de vampiros. Un clásico instantáneo.

Películas de vampiros las hay tantas como de zombies, hombres lobo o monstruos de Frankenstein en sus mil y una variantes y perspectivas, y la tendencia del cine reciente es la de modificar o "hacer evolucionar" dichos iconos cada vez con mayor frecuencia para adaptarse a las corrientes actuales, dotando de velocidad a los zombies, de inmunidad al sol a los vampiros y otros artilugios del estilo. Desde "Entrevista con el Vampiro" que el cine de vampiros dio un vuelco, el estilo gótico-romántico pareció imponerse al siniestro y sobrio de Bela Lugosi que interpretara al mítico Drácula en los años 30' y cada vez se apuesta más por obviar o modificar las características propias de un vampiro que se han ido construyendo a lo largo de los años en cine y literatura, esto es: rechazo a la luz solar, ausencia de reflejo en los espejos, estaca como arma perfecta para aniquilarlos, miedo a las ristras de ajos y crucifijos, imposibilidad de cruzar un océano, descanso en un ataúd sobre tierra natal y solicitud de permiso para poder entrar a casa de alguien, entre otras. Stephen Norrington y Guillermo Del Toro siguieron dándole vueltas a la rosca y cambios de estilo adaptando "Blade" y "Blade II" dotando al vampiro de una dosis de acción tremenda, en "Abierto Hasta el Amanecer" Robert Rodríguez se decantó por las figuras monstruosas y hasta el maestro John Carpenter apostó por ellos en la calamitosa y a la vez genial "Vampiros" manteniendo ese estilo de chupas de cuero negras y estilo neo-gótico; de todos modos siempre quedaba algo que identificaba y respetaba la esencia de la criatura aunque es difícil encontrar dos vampiros exactamente iguales en las diferentes sagas y películas de este género. Nunca se han dejado de hacer películas de vampiros pero en los últimos años parecen estar teniendo un auge en cine y televisión con películas como "30 Días de Oscuridad" (versión monstruosa), la trilogía "Underworld" (versión gótica), "Van Hellsing" (versión clásica), "Blood: El Último Vampiro" (versión violenta), "Crepúsculo" (versión "fashion"), "Ultravioleta" (versión calamitosa, fashion, patética y desastrosa) o "Soy Leyenda" (también versión monstruosa) y series como "True Blood", "Moonlight", la clásica "Buffy, la Cazavampiros" o la soberbia "Hellsing", además de las innumerables producciones de serie B que hemos visto y seguiremos viendo a lo largo de los años. Tras muchos intentos con mayor o menor éxito llega ahora una película sueca que ajustándose a la gran mayoría de los cánones logra enmarcarse puramente en los géneros del terror y el drama logrando un filme intensamente respetuoso, lírico, sorprendente y adecuado, "Déjame Entrar" ("Låt Den Rätte Komma In").

"Déjame Entrar" no se encuadra en ninguno de los estilos mentados anteriormente sino es en el clásico, porque sin aparecer ni una sola capa o estilo gótico respeta profundamente la esencia del vampiro clásico, aquel que debe alimentarse de sangre para que un hambre visceral no se apodere de él, que la luz le causa la muerte y tiene habilidades sobre humanas. Es una película con un solo vampiro, una pequeña niña para ser exactos, y está más cerca del comportamiento animal que del glamuroso y gótico comentado sin llegar a ser un monstruo sobrehumano. La historia transcurre en los parajes helados de Suecia, donde Oskar, un niño de 12 años, vive atemorizado por algunos de sus compañeros de clase al ser el objeto de sus burlas y abusos. Oskar guarda mucha ira en su interior e intenta superar su soledad haciéndose amiga de Eli, la niña recién llegada a su vecindario por la que se siente atraído. Pero Eli es una niña muy extraña, no va al colegio, parece no tener nunca frío y mantiene una relación extraña con su padre. Su llegada coincide con la conmoción que sufren los habitantes del pueblo cuando se sospecha que un asesino en serie anda suelto mutilando a sus víctimas, y es que parece ser que los recién llegados no traen consigo la tranquilidad al vecindario. Una historia sencilla, una historia humilde y poco trascendente; no se pone en juego la vida de cientos de personas ni el destino de la humanidad, solo trata de la relación entre dos niños inadaptados (por diferentes motivos, claro) y una porción de una vida que lleva cientos de años transcurriendo a la sombra, la pequeña historia de un vampiro que intenta sobrevivir haciendo lo suyo.

Es "fácil" (nótese el entrecomillado) que una película de romanos sea épica, y es harto difícil que una película sobre un veterano de guerra malhumorado que se hace amigo de sus vecinos asiáticos sea épica (gracias Clint). Hay géneros que tienen más facilidades o disposición para ser épicas, esto es, a ser grandes historias recordadas por todo el mundo y de la cual se puedan obtener varias lecturas a gran escala y hay otros géneros o temáticas que lo tienen muy difícil. El terror es uno de estos últimos géneros y pocas películas realmente épicas pueden recordarse; sin duda "El Resplandor" es uno de esos films que se han convertido por méritos propios en una obra de terror épica, quizá la que más, gracias al talento de Stanley Kubrick, y "Déjame Entrar" a pesar de no ser una obra perfecta consigue entrar en el grupo de obras de terror épicas, lo cual tiene un mérito sustancial. Una película a reivindicar. Vamos a analizar el porqué del éxito de "Déjame Entrar" y dónde reside su secreto; para empezar es una película que está a años luz del resto de películas de género que inundan las carteleras y videoclubs, su estilo, su concepto, su punto de partida, todo es diferente de lo que estamos acostumbrados a identificar como película de terror en la actualidad. Definitivamente la película es otra forma de ver el terror alternativa a las clásicas slasher y películas de maldiciones y profecías que últimamente están poniéndose en la cabeza de la taquilla en cuanto a films de terror, y además es original toda ella, corriendo el riesgo incluso de desconcertar al espectador que no está acostumbrado a ver todo tipo de películas de género. El ritmo pausado y la recreación en la maravillosa fotografía no son conceptos que suelan asociarse a películas de miedo, más bien a dramas y otro tipo de films, y por eso "Déjame Entrar" llama la atención desde el primer momento, porque es poesía y atmósfera, no hay glamour pero todo es elegancia y sutileza lo que no excluye el brillante uso de la violencia y el gore. Además está más enfocada en el drama que en el terror, es una película de terror fundida con un drama, una historia que contar dentro de un género y no un género como excusa para contar cualquier cosa. El atípico y suave ritmo, el inteligente uso de la fotografía y la música, las imágenes de pavor extremo mostrado con una gran belleza y su elegancia global la colocan como una de las mejores películas del año y también de los últimos tiempos en cuanto a género, indiscutiblemente estamos ante un clásico instantáneo del cine de terror, una futura película de culto. Como "El Resplandor" es una película a parte de las demás en el género.

Lamentablemente no la he podido ver en el cine pues no la han estrenado en cualquier sala debido a su poca comercialidad, y eso es algo bueno al menos entendiéndolo como acto de rebeldía. El cine de género en Europa está en auge y personalmente creo que ahora mismo somos los que dominamos el panorama mundial con películas atrevidas y un nuevo enfoque, parece ser que nos hemos cansado de los clichés repetidos una y otra vez en los EEUU (y la oleada venida de Japón) y hemos decidido poner fin al encasillamiento; sacar a flote el eterno género del terror es necesario y aunque no se esté creando nada nuevo por lo menos se está haciendo de forma original, el fondo puede ser casi el mismo de siempre pero las maneras están consiguiendo que el cine de terror en Europa sea de una calidad altísima en muchas ocasiones, como en Francia con su violencia extrema o ésta película sueca de nos ocupa, y se alce como una nueva época dorada donde disfrutar de películas bien hechas, con valentía y amor por el cine, sin la necesidad de exiliar al género a una categoría inferior como se viene haciendo desde hace demasiado tiempo. Mientras escribo este artículo de opinión me entero que se está preparando un remake norteamericano que podría ser dirigido por Matt Reeves ("Monstruoso"), lo cual solo puede confirmar lo cerrados de mente que son los americanos a veces cuando no son capaces de asimilar que una película no se haya rodado en inglés y pueda ser una joya igualmente. Sea como fuere "Déjame Entrar" ya está filmada y estrenada, así que por mucho remake que filmen no podrán superar en originalidad ni valentía a la película de Tomas Alfredson.

El guión del film lo firma el sueco John Ajvide Lindqvist que es el escritor del libro homónimo en el cual se ha basado el film y cuyo título está cargado de significado pues en el film (y la novela, claro) se aplica el mito que sostienen algunas tradiciones vampíricas acerca de la imposibilidad que tienen estos seres de entrar a una casa si no son explícitamente invitados por el dueño. De hecho una de las mejores escenas del film tiene que ver directamente con este mito cuando lo ponen a prueba para comprobar su veracidad, una escena corta y tremendamente magnífica. El guión y la dirección de Alfredson han conseguido elaborar una película peculiar, ausente del frenesí y golpes de efecto clásicos del cine de vampiros actual dando lugar a una historia pausada, sin prisas, de 120 minutos de una gran belleza cinematográfica y cuya violencia contenida en algunas escenas es apabullante. El director, que hasta el momento solo había realizado algunas comedias además de dirigir episodios de series de televisión y telefilmes, se decanta por una puesta en escena sobria, natural y contemplativa, recreándose en planos muy bien estudiados, aprovechando todo lo amplio de la pantalla, un concepto diametralmente opuesto al concepto televisivo de los 3:4. De hecho la fotografía y la iluminación es quizá la mayor virtud que tiene la película, obra de Hoyte Van Hoytema que supuso una innovación técnica ya que la luz blanca que utilizó daba la sensación de luz ambiental tenue que podía tolerar otros focos de luz que dieran dinamismo y profundidad a la escena; en interiores se utilizaron escenarios sin techo para poder dar esa sensación, y es curioso que a pesar de que la mayoría de escenas del film transcurran en la oscuridad (ya sea en interiores o exteriores) y aún teniendo una fuerte iluminación ambiental no dejan de transmitir la sensación de estar en la penumbra, concepto importante para este film en el que la luz solar tiene un papel clave. Ver una película que transcurre prácticamente todo su metraje en la oscuridad puede cansar la vista del espectador, y más si en ocasiones tenemos que ver contrastadas esas escenas con los escenarios nevados diurnos que acabarían con nuestras retinas por el contraste. Me parece todo un acierto la iluminación del film, una forma original y exitosa de solventar el problema de la oscuridad con un efecto de luz ambiental y suficiente para dar la sensación de estar sumidos en la oscuridad sin estarlo. Además de la iluminación los planos han sido escogidos con tacto y juicio, sacando muchas veces partido a lo que ocurre fuera de plano y dándole elegancia al conjunto. De hecho toda la película en sí es un acto de elegancia y sutileza propios de las películas clásicas pero siendo muy moderna a la vez, aplicando estructuras que le otorgan clase como suele hacer Fernando Meirelles por ejemplo, concepto que se puede comprobar en películas como "El Jardinero Fiel", películas donde no solo importa lo que se explica sino cómo se explica, y ahí reside su encanto.

La música de Johan Söderqvist está muy bien escogida y compuesta y solo aparece en los momentos en los que se le quiere dar énfasis a la acción o crear tensión o en los tramos que enlazan secuencias para dar una continuidad, pero realmente el protagonismo de la banda sonora es muy reducido. Es por eso que cuando aparece se nota mucho su presencia, bastante clásica, armónica y romántica y pese a su poca aparición es de tono épico, sinceramente es un aspecto que me ha encantado del film; una banda sonora original que casi nunca está pero cuando aparece consigue emocionar y cautivar. Respecto al montaje me parece una forma ideal de contar la historia, con un ritmo lento propio incluso de una película oriental, pero en ocasiones creo que tiene algunas flaquezas que minan el resultado del conjunto, como por ejemplo lo innecesario (en unos casos) o incomprensible (de otros) de algunas escenas, como el extraño invitado que recibe el padre cuando está pasando un tiempo con Oskar o escenas de la madre y el hijo lavándose los dientes. Otro detalle absurdo o incompleto fue el hecho de que Lacke, el borracho, encontrase a Eli con tanta facilidad. Parecen tonterías pero en ese mismo momento están desviando la atención de la historia de forma bastante incoherente; esto es posiblemente lo que menos me ha gustado de la película. Hay que apuntar que el montaje es obra del propio director y Dino Jonsäter, ambos montando su primer largometraje para cine.

«Nunca hagas una película con niños» dijo Alfred Hitchcock, será porque no habría conocido a estos niños que pese a notarse su inexperiencia (es la primera y única película de ambos protagonistas) ambos resultan muy creíbles e incluso tienen momentos de auténtica gloria. Los niños son inocentes y sobre todo Kåre Hedebrant (Oskar) sabe reflejar muy bien esa pureza que se va consumiendo por el odio en su fuero interno debido a los abusos que sufre por parte de sus compañeros, también muy bien interpretados por los tres chavales, sobre todo el rubito inocente que es evidente que actúa contra su voluntad. Oskar está rodeado de un halo de misterio a su alrededor muy interesante, y no sé si es que el personaje debía reflejarlo o no pero el actor realiza una labor impecable como el niño curioso y asocial que intenta encontrar a una amiga en Eli. Lina Leandersson interpreta a la pequeña vampiresa, y realmente realiza un trabajo para aplaudir; a pesar de ser un vampiro con siglos de vida tiene el aspecto de una niña de 12 años y no deja de tener ese aspecto desaliñado de una cría inquietante y misteriosa que además da auténtico miedo en algunas escenas. La relación entre Oskar y Eli es de lo más interesante del film, lo que la acaba distinguiendo de otras por el factor drama; poco a poco se van acercando aunque inicialmente ninguno de los dos tenga intención ni ganas de hacerse amigos, pero con el tiempo debido a los problemas de cada uno se van acercando casi por una necesidad emocional y encuentran en el otro una paz que no tienen en su vida. Es una bonita historia de amor pese a lo extraño y curioso del caso, incluso escabrosa en algunas ocasiones, pero es emotivo ver como finalmente pasan a tenerse cariño mutuo y ser felices. El reparto en general es de una altísima categoría, pese a algunas carencias casi imperceptibles en el reparto infante. También cabe destacar el trabajo de Per Ragnar que interpreta a Håkan, un personaje muy interesante del que parece ser que se mantiene un secretismo mucho mayor que en la novela sobre su función, pues parece ser el encargado de alimentar a Eli para que ésta no tenga que cazar y a cambio recibe favores sexuales que tan solo se insinúan en el film en un par de sutiles detalles. Esa sutileza puede interpretarse como un modo de rebajar el contenido adulto del film aunque también puede considerarse el hecho de haber querido hacer una película menos escabrosa y más elegante. La interpretación de Per Ragnar es perfecta para mantener esa barrera que impide saber qué es lo que realmente trama hasta que pronto podemos comprobarlo con nuestros propios ojos.

Respecto al uso de la violencia y los momentos álgidos del film hay algunas escenas que son monumentales, las pocas que tiene son para el recuerdo como por ejemplo la escena de los gatos o la de los ataques de la vampiresa, y en cuanto a efectos especiales se han usado con mucha discreción y muchísima soltura, la escena de la mujer ardiendo (escena brutal y sencillamente perfecta a nivel técnico) o algunos de los efectos visuales de la niña saltando o reptando son de una calidad suprema, por no comentar ya la de Håkan en el hospital, un ejemplo a seguir en cuanto al uso de los efectos especiales (visuales y digitales) en una película, prevaleciendo la discreción frente a lo expreso. Por cierto, el final de la película creo que es sin duda alguna la escena del año, la escena de la piscina es una genialidad más que nada por la forma en la que ha sido rodada, dejando la mayoría de acción fuera de plano para que el espectador se imagine lo que no ve, dando una lección de cine en cuanto a jugar con lo que se muestra en pantalla y lo que no y finalizando con una imagen que sobrecoge tremendamente. Como digo, la escena del año.

Resumiendo, estamos ante una obra excepcional que ha arrasado en todo tipo de festivales de cine de todo el globo, cosechando la nada desdeñable cifra de 48 premios incluyendo el Méliès de Oro a la Mejor Película Europea en el último Festival de Sitges y atesorando buenas críticas allí por donde se estrenase por parte de la crítica y el público, y es que todos han sabido degustar el suculento plato de Tomas Alfredson que ha revivido el mito de los vampiros de una forma excepcional con una película que destaca por su elegancia, sutileza, su maravillosa atmósfera inquietante y su tono clásico teñido de renovación; "Déjame Entrar" es un nuevo clásico instantáneo, un motivo por el que alegrarse en cuanto a cine de terror, una pequeña perla que no está hecha para todos los públicos y en la que si logras entrar en su juego te conmoverá y asombrará además de aterrorizarte con mucha clase. Un drama que es terror, un terror que es drama. Una película de culto, debe verse y será recordada.

Mi puntuación: 8/10.