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martes, 8 de junio de 2010

"Halloween II" (2009), la Máscara Blanca salpicada de carmesí una vez más.

La brutalidad de Michael Myers... ira, caos y destrucción.

La saga "Halloween" es una de las más famosas sagas de cine de terror de la historia del cine, solo equiparable a la de "Pesadilla en Elm Street" y "Viernes 13". De estas tres sagas fue precisamente la de "Halloween" la que abrió la veda de las películas slasher —estableciendo un subgénero consistente en ver como un demente enmascarado masacraba un grupo de jóvenes sistemáticamente— con "La Noche de Halloween" (1978), la obra de John Carpenter que dio a luz uno de los psychokillers más famosos del panorama cinematográfico: Michael Myers. Este emblemático asesino de inexpresiva máscara blanca y cuchillo de cocina como arma favorita se ganó rápidamente los adeptos como lo harían unos años después Jason o Freddy; su carisma era brutal y su sed de sangre insaciable así que pronto llegaron las secuelas como toda saga de slasher que se precie. Soy un incondicional de la saga, todas tienen su qué, aunque el nivel sea realmente bajo en algunas entregas (la sexta entrega sería hasta denunciable), pero siempre es un placer ver a Myers desatar su ira incontenible.

A día de hoy la saga se compone de diez películas, aunque teniendo en cuenta que la tercera película, "Halloween III: El Día de la Bruja", nada tiene que ver con el gigantón de Haddonfield se podría considerar que son nueve las cintas con Mike Myers como protagonista. Además, tres son las líneas temporales que se han ido construyendo durante más de 30 años de saga, siendo la primera de ellas la que contempla desde la primera película hasta la sexta (sin contar la tercera), otra la que comprende "Halloween H20" y "Halloween: Resurrection" después de la segunda entrega ("¡Sanguinario!"), y una última que comenzó en 2007 por la mano de Rob Zombie ("La Casa de los 1000 Cadáveres", "Los Renegados del Diablo"), que volvió a arrancar la saga remakeando la entrega original de Carpenter, "Halloween: El Origen". Este nuevo origen de Myers fue una de las películas del subgénero slasher de más calidad que he podido ver en los últimos años, una reinvención de la original cuya original primera mitad supuso una genialidad, explorando el mundo creado en la película de 1978, y con una segunda mitad considerable propiamente como remake, desatando la brutalidad que muchas veces se ha demandado a este género.

"Viernes 13" (2009) hizo algo parecido recientemente, remakeando y homenajeando las tres primeras partes de la saga de Jason, y de nuevo Rob Zombie vuelve a la carga con "Halloween II" (2009) la secuela del remake del propio Zombie que a su vez es un remake de la secuela original... Complicado, pero fácil en realidad: "¡Sanguinario!" siguió en 1981 con la historia de "La Noche de Halloween" (1978) tal y como la dejaba esta, transcurriendo tan solo unas horas después de los sucesos de la primera película; ahora Zombie continúa con la historia de "Halloween: El Origen" tan solo unas horas después durante su primera media hora, remakeando "¡Sanguinario!", y luego durante el resto de película (a la inversa de lo que hacía "Halloween: El Origen") incluye el material original que la distingue de la cinta original en la que se basa.

El arranque de "Halloween II" (2009) es brutal, de lejos lo mejor de la cinta, casi media hora de puro slasher salvaje que empieza con un pequeño flashback de la estancia de Mike en el instituto psiquiátrico en su infancia y nos comienza a introducir un concepto que se va repitiendo durante toda la cinta, el de la representación física de los impulsos asesinos de Michael Myers, el caballo blanco, siendo una cita en referencia a este la que abre la película: «Vinculado al instinto, la pureza y el impulso del cuerpo físico hacia desatar fuerzas emocionales y poderosas, como la ira, produciendo caos y destrucción». Tras esta introducción la acción se sitúa minutos después del tremendísimo desenlace de "Halloween: El Origen", donde Rob Zombie se puede lucir con algunas escenas realmente escatológicas que tienen que ver con los daños de Laurie y después directamente entra al trapo sin dilación, ofreciéndonos un festival de entrañas, mala leche y tensión como ya hizo en la anterior entrega. Pero lo malo es que una vez pasada esta primera parte la película comienza a descender y solo se sustenta en algunos momentos aislados en los que Mike hace de las suyas; podríamos decir que empieza muy bien pero tiene un tramo central algo aburridete, aunque eso sí, muy bien hecho. Luego tiene 3 episodios de masacre aislados, unos más flojos que otros (el del puticlub es muy bueno), hasta el final que comienza a falta de 20 minutos y que quizá sabe a poco, siendo este último tramo pasable sin más. Quizá lo peor del final es que es completamente anti climático, y desde luego no se puede ni comparar al final de la anterior cinta. Además, en cuanto a lo que pasa con Laurie, me ha recordado al final de una de las entregas de "Viernes 13" u otra de la propia saga "Halloween", no diré cuales, que a la postre nunca me convencieron.

Esta segunda película tiene el objeto de centrarse en la vida de algunas de las víctimas, Laurie principalmente, y cómo les ha afectado haber sido atacados por Michael Myers. Es por eso quizá que se convierte en un slasher algo atípico en su hora central, ya que explora la figura de Laurie Strode (gran cambio de registro de Scout Taylor-Compton) así como la del Sheriff Brackett (extraordinario Brad Dourif), su hija Annie (cuarta película de la saga para Danielle Harris, segunda interpretando a Annie Brackett) y cómo se las ha arreglado el Dr. Samuel Loomis para tirar adelante. El monstruo interpretativo de Malcolm McDowell es sin duda alguna el portento artístico de la película, geniales los momentos en los que cambia de humor con su agente o con su público, aunque el personaje de Loomis esté bastante desaprovechado en la película; quizá eso mismo haga que aún parezca más forzada la forma de enlazar su historia con la de Laurie. Loomis es, a la postre, el personaje que más veces ha acompañado a Myers durante toda la saga, mientras que para Laurie Strode ésta es la sexta participación.

Lamentablemente "Halloween II" (2009) no alcanza el nivelazo de "Halloween: El Origen", las secuencias surrealistas/oníricas se hacen pesadas y a Rob Zombie se le va un poco la mano a la hora de introducir muchas escenas de corte de videoclip, pero cuando se mete en el ajo se nota que sigue teniendo las maneras que dotaron a su anterior película de un gran poderío, un intenso tono salvaje y bruto que hubiera funcionado de nuevo a las mil maravillas de haber escogido esa vertiente. Parece que Zombie ha querido hacer "algo más" de la película, algo más allá de un slasher, y creo que no lo ha acabado de conseguir. Incluso ha rizado demasiado el rizo y el argumento se hace algo embrollado desde la perspectiva que nos sitúa. A pesar de ello el trabajo de Zombie con la cámara es muy bueno, y se funde perfectamente con la música de Tyler Bates ("Watchmen", "300"), que logra crear mucha tensión con una BSO moderna y llena de tonos animados y variados, muy acorde con el tipo de cinta.

A pesar del pequeño bajón la película convence en cuanto a dosis de gore y sangre, volvemos a tener al Mike Myers más salvaje y estéticamente impresionante de toda la saga, esta vez mostrando varios looks diferentes, cada cual más tenebroso y acongojante que el anterior. Su máscara destrozada, sus maneras feroces y su instinto insaciable lo convierten en un ser monstruoso, fiero, imparable y terrorífico, un niño jugando a matar sin rodeos. Tyler Mane convence como Michael Myers, aunque el niño que interpreta al pequeño Myers, Chase Wright Vanek, no es ni de lejos tan imponente como el que le dio vida en "Halloween: El Origen", Daeg Faerch. En cuanto a muertes hay algunas secuencias de mucha calidad, no falta sangre y gore, aunque por otro lado en esta ocasión las víctimas nos importan más bien poco; la creación de personajes es una seria cuenta pendiente de esta película. "Halloween II" (2009) es una película bastante aceptable del subgénero slasher, pero tiene el hándicap de ser demasiado irregular, ya que tiene un arranque brutal, un amplio tramo central que transcurre sin mucho interés y un final que remonta demasiado apresuradamente y no acaba de despegar del todo. Como curiosidad, los créditos finales son bastante llamativos pues salen todas las víctimas de Myers en la película anterior. Supone una pequeña decepción visto el nivel mostrado en "Halloween: El Origen", pero aún así no es una mala película de género, simplemente no continúa con la revelación que supuso la anterior.

Mi puntuación: 5/10.

jueves, 15 de octubre de 2009

"Truco o Trato", respeta las tradiciones...

¡Sorpresa! Sencillez y humildad para la propuesta más honesta y simpática de terror de los últimos Halloween.

Halloween es temporada perfecta para los relatos de terror; en esos días Mike Myers sale a pasear por las calles de Haddonfield, Freddy afila sus cuchillas, Jason se calza su máscara, Jigsaw prepara sus trampas y todo el elenco de psicópatas y asesinos del panorama cinematográfico prepara el terreno para una próxima masacre. Al margen de creer o no en esta festividad adoptada por los norteamericanos, la época correspondiente a finales de octubre se convierte en un escaparate de películas y otros avatares de terror a nivel mundial que para el buen aficionado al género resulta una bendición. Durante la historia ha habido sagas que cada año han estrenado una nueva entrega en estas fechas como "Halloween", por supuesto (cuya fallida idea original, por cierto, era estrenar anualmente historias de terror independientes, de ahí la horrenda e incongruente tercera película, el primer y único intento), o recientemente "Saw", y las cintas de terror en general tiene su auge en épocas cercanas a la Noche de Brujas.

Hay que saber separar el grano de la paja, y muchas propuestas que normalmente no tendrían éxito aprovechan este tiempo para ver la luz sirviéndose de las ansias de cine de terror que tiene el público; es por eso que cuando aparece un proyecto presumiblemente humilde, sin pretensiones de ser realmente algo épico ni comenzar una nueva saga (parece haber una fiebre con querer crear iconos a la altura de Myers, Jason y Freddy y pasar a la historia por ello, todos quieren ser el próximo Carpenter, Cunningham o Craven) se agradece tanto, porque de repente hay películas que se centran en lo importante y realmente básico de las películas de terror: la diversión, el pasarlo mal y el sentido del humor. "Truco o Trato" ("Trick 'r Treat") es el máximo exponente del cine de terror de tono clásico y con las intenciones mencionadas, e incomprensiblemente una película que llevaba dos años en la estacada sin ver fecha de estreno hasta que en este año ha sido finalmente lanzada en DVD. La película no tiene ningún elemento que la haga no-estrenable, de hecho creo que es bastante comercial, pero extrañamente la cinta del novel Michael Dougherty (que hasta ahora solo había sido uno de los guionistas de "Superman Returns" y "X-Men 2", ambas de Bryan Singer, y "Leyenda Urbana 3") ha estado en un injusto ostracismo durante dos años, y eso que los estudios responsables del film son de la talla de Warner Bros. y Legendary Pictures; algo incomprensible.

"Truco o Trato" propone homenajear, o más bien parodiar y auto parodiar (lo cual no es lo mismo y es más complicado aún) los tópicos más usados del cine de terror sin que éstos se hagan tan patentes. Es decir, la película está llena de tópicos pero su mala leche y su transparencia y honestidad hacen que todos esos tópicos nos entren de una forma mucho más agradable, como quien está viendo una sesión de clásicos del género. La película va de frente, no intenta engañar y se mueve dentro de un universo creado por ella misma donde toca todos los palos, entra al trapo en subgéneros del cine de terror como el slasher, el sobrenatural, las monster movies, etc. sin perder la vergüenza ni el tono nostálgico y mostrando gran respeto por el género. La película pivota sobre cuatro historias presumiblemente independientes cuyo único nexo es en principio el barrio donde transcurren y un extraño personaje que es omnipresente a todas ellas, Sam. Recuperando el espíritu de "Creepshow" (homenajeados claramente en los geniales títulos de crédito) y "En los Límites de la Realidad" las cuatro historias (o cuatro y media) hacen hincapié en las distintas formas de concebir la fiesta de Halloween prestando atención a leyendas urbanas, tradiciones ancestrales, reglas y toda clase de elementos que rodean la celebración moderna de la antigua fiesta de Samhain, hilvanando con una inteligencia y destreza únicas cada una de ellas con constantes referencias que al principio carecen de significado pero que conforme avanzan los escasos y precisos 80 minutos de película van tomando importancia y sentido. Y este es un mérito tremendo de Dougherty, que también ha escrito el guión de su película, ya que los pequeños detalles de los que está llena la película hacen compleja la historia y consiguen una serie de conexiones entre los relatos que al final de la sesión solo te dan ganas de aplaudir a rabiar. Además no solo eso, sino que se reserva varias sorpresas y giros en cada historia que sinceramente me han cogido completamente desprevenido y por lo tanto me han encantado, logrando además un agradable efecto sorpresa que engrandece la sencillez del guión.

Toda la película en sí es una sorpresa, y sus tradicionales métodos no hacen más que alzarla como una de las películas más destacables, entrañables y simpáticas del año en el género. Sus efectos visuales y maquillaje artesano (la historia de las "Princesas Disney" es extraordinaria en ese aspecto), su reducido presupuesto al que sacan el mayor de los rendimientos, su espectacular reparto interpretativo con algunas caras conocidas como un espectacular Dylan Baker (quizá el mejor de la cinta), Brian Cox (también tremendo), una Anna Paquin en estado de gracia, Tahmoh Penikett, Leslie Bibb, etc. un reparto bastante homogéneo, con ninguna superestrella que destaque más que otra (quizá Baker y Cox tienen la oportunidad de lucirse más) pero con una gran labor conjunta logrando un casting amplio, solvente y valiente, ya que no son pocos los niños que aparecen en la película, todos haciendo un trabajo extraordinario (parece algo tonto pero la dirección de niños seguro que es tarea compleja). En este apartado merece especial atención Quinn Lord, un niño de 10 años que interpreta el papel clave de la cinta, Sam, esa especie de Jack O'Lantern Jr. que sin duda es candidato a convertirse en un icono del género con una sola aparición. Un personaje tremendo que sirve casi de MacGuffin en una película que crece a cada minuto que avanza siendo además muy regular y teniendo la capacidad de repartir el interés en las historias intercaladas de forma que en su escaso metraje el ritmo no decae ni un segundo, enlazando además todas las historias con una fluidez tremenda.

Más películas de esta clase hacen falta, sin pretensiones, con el simple objetivo de distraer y hacer pasar un mal rato, ofrece todo lo que demanda una noche de Halloween; "Truco o Trato" es una película que tiene carisma, MUCHA mala leche (en ese aspecto es una maravilla), humor y es una gamberrada de cabo a rabo. Últimamente se está hablando mucho del filme y bastante bien en general, y con razón, y es que este proyecto llevaba mucho tiempo en el punto de mira de los aficionados a pesar de que presumiblemente no parecía ofrecer nada nuevo. De hecho, nuevo no ofrece nada, pero la capacidad de homenajear a las cintas de terror más míticas (esa mano a lo "Evil Dead 2: Terroríficamente Muertos") la hace cómplice del espectador, además de lo que he comentado de no cortarse a la hora de parodiar los recursos más típicos del cine de terror, los ajados sustos y las apariciones de la nada, y hacerlo de una forma muy honesta, no tomándose del todo en serio, sacando una sincera conclusión: aunque veamos lo mismo una y otra vez nos seguirá gustando, y ese es el secreto del cine de terror. Esta compilación de cortos, por llamarla de alguna manera, supone un ejercicio de autocrítica además de una forma de rendir tributo a los clásicos patrones del género del horror. Esta antología tiene un tono clásico, encantadoramente añejo y que recuerda a algunas de las viejas glorias, pero sin perder ese toque moderno que la hace más asequible para un público poco curtido en el género, lo cual vuelve a remitirme a mi incomprensión a la hora de intentar entender por qué no se habrá estrenado en cines... ¿problemas entre las productoras?

La palabra que me viene a la mente tras ver "Truco o Trato" es «Chapeau», sinceramente. Quién iba a decir que una película tan sencilla, poco pretenciosa y humilde como esta iba a acabar siendo un producto tan gratificante; no es que sea un soplo de aire fresco para el género pero sí que conjuga todo lo bueno de éste, y además consigue formarse toda una iconografía muy acertada. Debe verse y disfrutarse como una gran gamberrada, porque es una película dedicada a todos los amantes al género. No es una obra que se tome especialmente en serio, quizá no se convierta en una obra de culto, pero merecería ser tan recordada como las comentadas "Creepshow" o "En los Límites de la Realidad", aunque solo se parezca a estas por el hecho de aunar varios "cortos" en un solo largometraje. Le auguro un buen futuro a Michael Dougherty si sigue esta línea de honestidad y saber hacer, tanto en el corte de la película como en la calidad de la dirección, utilizando un montaje realmente extraordinario con una serie de recursos sobresalientes y consiguiendo mantener la tensión en todo momento. Una película simpática, necesaria, agradable y de tono clásico que hará las delicias del aficionado al género.

«Deberías tener más cuidado. Hay reglas. Podrías molestar a alguien.»

Mi puntuación: 8/10.

sábado, 25 de julio de 2009

"Viernes 13" (2009), ki ki ki, ma ma ma...

Jason sacia su sed de sangre por enésima vez; vuelta a empezar.

Hay tres nombres en el universo cinematográfico de los slasher (aquel subgénero dentro del cine de terror en el que un sociópata —normalmente enmascarado u oculto— se dedica a cargarse a adolescentes en cadena) que brillan por encima del resto, asesinos que por mérito propio —y montones de secuelas— han conseguido convertirse en iconos populares, emblemas del mal. La Santísima Trinidad del Exterminio está formada por Mike Myers, Jason Voorhees y Freddy Krueger, protagonistas de las sagas de "Halloween", "Viernes 13" y "Pesadilla en Elm Street" respectivamente, películas que dieron comienzo (sobre todo las dos primeras) a una larga y prolífica tradición cinematográfica que se basaría en explotar hasta la saciedad a los personajes y situaciones en diversas secuelas y entregas que basarían su premisa en repetir la fórmula de la anterior película hasta el agotamiento. Estos tres personajes tienen el honor de ser los más famosos y representativos de su familia, por encima de algunos otros mitos como Cara de Cuero (de "La Matanza de Texas"), Charles Lee Ray (de "El Muñeco Diabólico"), GhostFace (de la saga "Scream"), Candyman (de la saga homónima), Fisherman (de "Sé lo que Hicisteis el Último Verano"), Jigsaw (de la reciente "Saw" y uno de los pocos recientes que han logrado calar hondo), etc. y todo gracias a su presencia y carisma, ganado a pulso por las múltiples apariciones que han tenido dichos personajes durante prácticamente tres décadas sin descanso y que han definido un género que casi se había olvidado hasta que Wes Craven reavivó la llama con "Scream" en 1996. Hoy en día el slasher es un cine tan gastado y usado que no solo no resulta nada original sino que incluso sufre en sus carnes el paso del tiempo como un lastre impasible. Encontrar una película de esta clase que no contenga varios tópicos vistos cientos de veces en obras pasadas es misión imposible, y revisionar viejas obras primas que dieron pié a este subgénero es una tarea arriesgada debido al riesgo de la descontextualización, es decir, ver la obra fuera de su época y contexto social y cinematográfico y no entender ni saber ver su carácter renovador ni inédito que tuvieron en su momento.

Hollywood, que de marketing entiende un rato, sabe que para resucitar géneros e iconos solo le hace falta reciclar, recuperar o resucitar a viejas glorias, y ese es el objetivo que en la última década se ha impuesto con los grandes del género. El remake está sirviendo como método para presentar a los monstruos del pasado a las nuevas generaciones en la década actual: el tipo de la máscara blanca tuvo un excelente remake en 2007 de la mano de Rob Zombie, "Halloween: El Origen", una de las mejores obras de este tipo que he visto en los últimos años, y prepara secuela para este año, el del guantelete de cuchillas tuvo su oportunidad en 2003 en un crossover con el de la máscara de hockey en "Freddy vs. Jason", una película que me pareció muy entretenida y sobre todo original (a ver para cuando se atreven con otro crossover entre Myers y Jason), éste último también un par de años antes protagonizó "Jason X", una extraña y fallida reinvención, y otras sagas han ido teniendo sus entregas en estos años como "La Matanza de Texas", que fue víctima también de un remake en 2003 obra de Marcus Nispel, precisamente director de la película que nos ocupa este artículo, "Viernes 13" (2009).

Tras once películas —diez si no contamos el crossover con FreddyMarcus Nispel vuelve a dirigir codo con codo con Michael Bay como productor un remake de un clásico absoluto del cine de terror, aunque en este caso esta doceava película no es un propiamente remake ni una secuela; igual que "Halloween: El Origen" (2007) es un relanzamiento de la saga, un nuevo comienzo, algo parecido a lo que hizo "Halloween H20" (1998), que continúa después de los hechos ocurridos en "Halloween II" (1981) más de 15 años y cuatro películas después. En este caso esta última entrega de "Viernes 13" (cuyo título no han querido distinguir de la original) parte de los hechos que vimos al finalizar la cinta de 1980, es decir que es una secuela directa de la primera película de la saga aunque homenajeando y tomando elementos de las tres primeras películas de la serie. Al inicio de la película, en poco menos de tres minutos y medio, presentan al personaje a las nuevas generaciones mediante una especie de resumen del final de la primera película de la saga, lo cual está muy bien porque pone en situación a cualquier tipo de espectador, tanto al que se sabe de memoria todas las películas como al que nunca ha visto una película del tipo de la máscara de hockey. Una vez planteado el mito la cinta sigue por los derroteros de cualquier otra película de la saga, repitiendo los tópicos mil y una veces vistos pero con un gran acierto y algo que no se ve muchas veces: dos grupos de adolescentes que exterminar en un solo film. Normalmente las películas de este tipo se pasan la mitad de los 90 minutos que suelen durar intentando tratar de presentar a los vacíos personajes protagonistas (que en esta entrega por supuesto vuelven a serlo) que serán masacrados progresivamente durante los últimos 30 minutos. En esta película se ahorran esos tres cuartos de hora iniciales donde suele verse solo al slasher de turno de refilón o/y cargándose a algún pobre paleto para entrar de lleno en la materia y hacer lo que hemos venido a ver, una gran sangría. Por lo tanto tenemos dos matanzas por el precio de una y el lastre de la primera mitad de la película solventado, lo cual me parece el gran descubrimiento de la cinta, de hecho lo único realmente novedoso u original.

A los 25 minutos aparecen los créditos. Es como si la película empezara en ese momento, así que de los 100 minutos que dura, solo una hora y cuarto responde al clásico patrón de las slasher movies. Durante los primeros minutos asistimos a una pieza llena de tópicos en las slasher movies, una especie de corto que precede a la cinta lleno de toques de una mala leche considerables. Hablo de asesinatos como el del saco de dormir (brutalísimo) o el primero en la cabaña de Jason, el de los machetazos que vienen del suelo. Para mí esos son, junto al del cobertizo con el destornillador, los mejores asesinatos de la cinta y es que pese a que "Viernes 13" funciona bastante bien creando tensión y reproduciendo tópicos falla a la hora de mostrar muertes realmente cruentas u originales. Como he dicho haberlas las hay, pero se echa de menos más recreación, extravagancia y atrocidad en el resto, exceptuando las tres que he comentado. Una slasher movie tiene como base, además de saber crear tensión y tener un homicida con presencia, la calidad y cantidad de los asesinatos; de cantidad anda bien, sobre todo por lo comentado de los dos grupos de adolescentes, pero se echa de menos más gracia en la forma de matar; eso sí, la brutalidad de Jason es absolutamente genial.

Porque una novedad de esta entrega es que Jason se ha vuelto de repente una bestia tan ágil como rápida, algo a lo que no estábamos muy acostumbrados en ninguna de las otras entregas (ni de él ni de Myers). Si los zombies son rápidos, ¿por qué no iba a serlo ahora el slasher? Jason no ha dado una zancada en todas las once películas anteriores y aquí de repente el director se ha dado cuenta de que puede correr, lo cual otorga más horror a su figura. Tampoco lo había visto hasta el momento (si mal no recuerdo) tirando al arco, y aquí se muestra como un experto —e hijo de puta— tirador (por cierto, atención al detalle de mostrar dianas en el campamento o trofeos de tiro al arco para justificarlo, buena aclaración), pero en esta película vemos cosas que hasta ahora no habíamos visto, por ejemplo cómo se lo ha montado Jason en el campamento de Crystal Lake para sobrevivir y asesinar, el sistema de vigilancia precario que tiene, lo lúgubre de las minas o grutas subterráneas, las trampas colocadas estratégicamente en el bosque, etc. todo parte del sórdido ambiente que Marcus Nispel consigue recrear con acierto, y es que el realizador sabe jugar muy bien con la atmósfera, crear ambientes opresivos y 'sucios' como hizo con el remake de "La Matanza de Texas", aunque en aquella ocasión aún estaba más lograda la dirección artística (también es verdad que la película daba más juego en ese aspecto).

La apariencia de Jason es un éxito, que comience con el saco/vendas en la cabeza es un precioso detalle, como en la segunda película de la saga; sinceramente el Jason con el saco de patatas en la cabeza siempre me pareció el más terrorífico de toda la serie, y ver cómo se hace con la máscara también es un buen homenaje a la tercera entrega (en la cual consigue su icónica máscara de hockey). Es curioso como algo tan simple como una máscara de hockey es lo que ha hecho de Jason Voorhees uno de los slasher más famosos de la historia cinematográfica, ese aspecto característico y tan sumamente terrorífico es lo que ha hecho de él y sus películas una leyenda. Y como él es el auténtico protagonista de la cinta es él quien saca partido de la adecuada atmósfera recreada por Nispel, como digo uno de los mayores méritos de la película, aprovechando la oscuridad de los parajes boscosos y abandonados del campamento (un escenario realmente siniestro) y los juegos de sombras, ayudándose de la intrigante banda sonora de Steve Jablonsky, basada en la esencia de la partitura original de Harry Manfredini e incluso dejando lugar para la icónica melodía de la saga, aquella que susurra "ki ki ki, ma ma ma" (que viene de «Kill her, mommy!») de forma enigmática y tétrica. Lo que no me ha gustado del comportamiento de Jason es algunas chorradas como que deje vivir a algún personaje sin más, pero se puede perdonar porque está ligeramente justificado. Eso sí, exceptuando lo de correr respetan mucho las bases del personaje, contando con el mismo origen que en la película original, con el mismo aspecto de siempre e incluso no articulando ni una sola palabra ni sonido durante toda la cinta, como siempre.

Hay lugar para homenajes, tópicos y copias (a veces es difícil diferenciar entre estos tres conceptos); respecto a lo primero es evidente la cantidad de detalles que rememoran elementos de anteriores películas, como el mismísimo final, o lo de que Jason aparezca atravesando una ventana de pronto, o la cabeza de la madre, o que un personaje confunda a Jason con un jugador de hockey, también hay lugar para los tópicos y ese es el mayor lastre del film, que cada uno de los 100 minutos de la cinta están esencialmente llenos de tópicos: desde la sombra que asoma en el exterior de la tienda de campaña hasta el aparecer detrás de la penumbra de una puerta (cosa que se repite demasiadas veces), pasando por lo de intentar crear tensión en secuencias que evidentemente están faltas de ella por pura lógica, como aquella en la que los dos protagonistas entran al campamento dando la sensación de que están vigilados cuando sabemos perfectamente que Jason no está en ese momento ahí, e incluyendo un recurso que por suerte casi no se usa y que yo odio profundamente, como es el de dar un susto gratuito mediante un subidón de música en una forzada situación de suspense para luego darse cuenta de que es solo un perro o una herramienta que cae al suelo... ¿qué sentido tiene? No faltan los personajes ultra-tópicos: tenemos al chulo pijo al que deseamos muerte solo empezar la cinta, al negro orgulloso de su raza que no muestra reparos en representar los tópicos racistas, al chino gracioso (¡este es casi nuevo!), al guaperas bonachón, al pesado, al salido, al drogata, a la zorra que solo va a enseñar tetas (en este aspecto las tres tipas de esta clase que salen son la máxima expresión de este estereotipo, no tienen siquiera un papel en la cinta definido) lo cual siempre cumple con la cantidad de desnudos gratuitos mínimos que este tipo de película requiere, también tenemos a la heroína o clásica "última chica" que desde un principio vemos que será la que durará más al enfrentamiento con Jason, etc., no falta ni uno. Personajes completamente vacíos que solo sirven para saciar la sed asesina del slasher de turno, lo que tampoco está mal porque realmente lo que nosotros queremos ver es a Jason partiendo cabezas con su machete, no los dramas personales de sus futuras víctimas. En cuanto a las interpretaciones de los protagonistas todos los actores están correctos, pero no se puede destacar a ninguno en particular.

La estructura de la película sigue el patrón básico que se creó hace tres décadas y aún no se ha cambiado, el básico juego a lo Diez Negritos donde uno tras otro van cayendo los desafortunados jóvenes que se alejan de la sociedad un fin de semana en busca de fiesta, drogas y sexo. En este caso hay un pequeño hilo argumental en el que Clay —el guaperas— busca a su hermana desaparecida Withney, cuyo grupo sabemos que ha sido víctima de las malas pulgas de Jason meses atrás. Y ya está, eso es todo, lo siguiente que sabemos es que se adentran en el territorio colindante al campamento de Crystal Lake por lo que firman su sentencia de muerte instantáneamente. Gritos, sangre a borbotones, sustos, carreras frenéticas en la selva, más sustos, machetazos, mala leche (me faltó algo más, por eso), sexo, más muerte y más gritos, eso es lo que ofrece a priori una cinta como "Viernes 13" y eso es lo que se obtiene. Pero ahí está su encanto, es una más entre las muchas secuelas, entregas, crossovers y remakes de esta saga que no ahonda en complicaciones, y como una más entre las otras once películas funciona a la perfección, alcanzando y superando el nivel impuesto en las tres primeras entregas de la saga, que en mi humilde opinión son las más destacables. Le doy un 5 de puntuación porque no ofrece absolutamente nada nuevo excepto la incursión de un segundo grupo, pero dentro de la saga tendría una puntuación más alta por pura comparación.

En taquilla ha funcionado muy bien, actualmente está entre las 30 películas más taquilleras del año con $90M, una cifra muy honorable teniendo en cuenta que su presupuesto fue de $19M, y es que por lo visto este tipo de películas siguen sin cansar ni al público mayoritariamente joven ni al fan acérrimo del género y amante de lo clásico, un tipo de cine que parece tener una vida muy larga y que a pesar de repetir fórmula incansablemente permanece perenne en nuestras carteleras... será que subconscientemente disfrutamos arrasando con la vida y los tópicos que se nos plantean diariamente, será que el cine nos sirve como siempre de vía de escape y nos ayuda a disfrutar de cintas sinceras y simples como esta. Saber deleitarse con una película como "Viernes 13" (2009) es tener ganas de disfrutar del cine de género, y a pesar de todos sus graves defectos sigue teniendo el encanto de las primeras películas de este corte. Y es que ver a un tío con máscara rebanando cuellos sigue gustándonos tanto como el primer día.

Mi puntuación: 5/10.